Fungicidas

Destinados a combatir enfermedades fúngicas en plantas cultivadas, los fungicidas se han desarrollado recientemente en la historia de las soluciones de protección de plantas. Ya estén hechos de compuestos químicos u organismos biológicos, los fungicidas están destinados a inhibir el crecimiento y el desarrollo de hongos o esporas de hongos, los cuales causan graves daños en la agricultura.

Pueden ser de diferentes tipos: de contacto (protegiendo la superficie de la planta), translaminar (distribuyendo la solución al envés de la hoja y protegiéndola también) o sistémica (distribuidos a través del tejido vascular de la planta).

Los fungicidas químicos se basan principalmente en azufre, y los naturales incluyen aceite de nim, aceite de romero, aceite de jojoba u hongos beneficiosos.

Algunos patógenos pueden desarrollar resistencia a los fungicidas, por lo que la mejor manera de evitar esto es combinando el uso de diferentes productos, aerosoles alternos o fungicidas con un mecanismo de acción diferente. De esta forma, el patógeno no podrá adaptarse a tantos tipos de fungicidas en un corto período de tiempo, e incluso si resiste a uno, el otro tipo de fungicida lo matará.